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Primera parte de los Comentarios reales, Inca Garcilaso de la Vega
En el siglo XX, la obra acaso más famosa del Inca Garcilaso de la Vega era percibida como un escrito que debía abordarse desde múltiples perspectivas. En ella, el Inca se consagra como un escritor mestizo capaz de historiar las «antiguallas» del pasado incaico y, al mismo tiempo, sienta las bases para la andamiaje simbólico de la nacionalidad peruana. La primera edición lisboeta de los Comentarios está dedicada a los Braganza, casa a la que buscó servir. Aun cuando esta obra circuló notablemente entre la academia andaluza, al morir el testamento del Inca señalaba la tenencia de al menos quinientos ejemplares sin encuadernación que se presume el autor buscaba relanzar parejas con la segunda parte. Curiosamente esta edición no fue la más consultada por los peruanos: ellos tuvieron que esperar a que Nicolás Rodríguez Franco la imprimiese en 1723. Desde la década de 1950, diversos estudiosos han señalado la importancia que tuvo la edición de 1723 para la formación del nacionalismo criollo del Virreinato del Perú, hecho que ilustra, por ejemplo, la prohibición que por Real Cédula se hizo de la misma en 1782, luego del levantamiento tupacamarista en Cuzco.