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Apología de los cirujanos del Perú

Autores: José Pastor de Larrinaga

José Pastor de Larrinaga fue un cirujano e intelectual peruano, nacido en 1750 y muerto entre 1821 y 1823. Miembro de una familia de origen afrodescendiente, pronto demostró interés por las ciencias naturales, siguiendo, por recomendación de Cosme Bueno y Alegre, el camino de la cirugía. Posteriormente, en 1772, se incorporó al Hospital San Bartolomé, y en 1778 obtuvo el título de “cirujano latino,” otorgado por el Real Tribunal del Protomedicato, institución encargada de regular el ejercicio y formación de las distintas profesiones sanitarias, tanto en la metrópoli española como en sus colonias.

Pastor de Larrinaga, personalidad influyente entre sus colegas, ejerció múltiples cargos durante su carrera profesional: cirujano mayor del Regimiento Provincial de Dragones de Carabayllo, cirujano titular del Hospital de San Bartolomé de Lima, e inclusive protocirujano y examinador del Real Protomedicato. Entre 1791 y 1793, publicó en Granada la Apología de los cirujanos del Perú, obra que defiende a los cirujanos criollos de los prejuicios y estereotipos infundados por sus contrapartes peninsulares. Aunque en principio destinada a reivindicar el prestigio de los profesionales americanos, el manuscrito demuestra la formación de una incipiente identidad autóctona colonial y un deseo de reconocimiento hacia la misma.

En esencia, la Apología expone y rebate cuatro acusaciones atribuidas a los profesionales criollos: i. Incapacidad debido a su color de piel, ii. Descendencia mediata o inmediata de esclavos, iii. Ignorancia de la Anatomía, y iv. La ilegalidad de su ejercicio. Al respecto, y en consideración de que gran parte del gremio de cirujanos estaba compuesto por mestizos y mulatos, Pastor de Larrinaga sostiene que la etnia carece de influencia en las facultades del alma, pues el espíritu no está condicionado por la raza ni por el origen familiar.

En este contexto, el autor establece una relación con personajes históricos relevantes de origen esclavo. Consciente de que las críticas al saber anatómico de los cirujanos provenían de la ausencia de un anfiteatro público para las disecciones, el autor destaca los logros de exponentes notables de la disciplina, como Hipócrates, Herófilo, Erasístrato y Ptolomeo, quienes lograron legitimidad a pesar de no contar con anfiteatros. De esta manera, sostiene que la competencia profesional no depende de factores externos, sino del conocimiento necesario para su práctica. Asimismo, precisa que el Protomedicato exige un adecuado conocimiento de Anatomía como requisito para la emisión de licencias.

Finalmente, respecto a la prohibición de títulos médicos universitarios para quienes no fueran considerados legítimamente españoles, Pastor de Larrinaga señala que los cirujanos se forman en escuelas especializadas, independientes de la universidad, y, por tanto, poseen legitimidad. Según el autor, los cirujanos criollos también cuentan con el respaldo de sectores hegemónicos, como la nobleza y los comerciantes, y advierte sobre los efectos negativos que podrían generarse para el bienestar común si se les impide ejercer libremente su profesión.

Víctor Daniel Becerra
Universidad Nacional Mayor de San Marcos