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Tesoro de medicinas para diversas enfermedades
Gregorio López es considerado el primer ermitaño instalado en la Nueva España. Contó con fama de taumaturgo, sobre todo tras su fallecimiento y alguno de sus biógrafos lo identificó como Carlos, el hijo fallecido del rey Felipe II. López es autor de una obra que, probablemente, comenzó a redactar durante su internamiento en el hospital de Huastepec y que fue editada tardíamente, durante el siglo XVII, con adiciones de otros médicos, por lo que el manuscrito de este texto, de 43 hojas a cuartilla, circuló por los hospitales de la Región Huasteca.
En 1672, el Tesoro de medicinas fue impreso por Francisco Rodríguez Lupercio, mercader de libros, y anotado por el doctor Matías de Salcedo Mariana, médico del virrey Mancera. En la obra, por orden alfabético, se consignan los males o padecimientos, sus síntomas y las recetas o indicaciones terapéuticas para combatirlos. Según Fernández del Castillo (1965), en la obra de López destacan los recursos de la medicina «popular» como utilizar ventosas en el estómago o decir cosas de admiración (asustar) a quienes padecen «ahipo», prácticas que perviven en México y la América actuales.
El Tesoro de medicinas ostenta un epígrafe latino de Jesús Bensyrac, El Eclesiástico: «Dios creó los medicamentos en la tierra y el hombre prudente no los desprecia» (fol. 1r). Así, López escribió su texto para que fuera aprovechado en la práctica, principalmente, por los usuarios de las estancias y pueblos apartados sin médicos o boticas donde se atendían muchos pobres a quienes se les daba cura, alivio y consuelo.
Recursos digitales
- Biografía de Gregorio López
- Fernández del Castillo, Francisco, «El “Tesoro de medicinas” del venerable Gregorio López», Gaceta Médica de México, tomo XCV, núm. 6, 1965, pp. 551-563.