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La América vindicada de la calumnia de haber sido madre del mal venéreo

Autores: Antonio Sánchez Valverde

Antonio Sánchez Valverde fue un jesuita español de familia acomodada, nacido en Santo Domingo y fallecido en la Nueva España. Fue licenciado en Teología y Derecho y escribió un tratado vindicatorio sobre la idea de que los españoles habían trasmitido el mal venéreo a los europeos ya que, en la literatura médica de la época, se argumentaba que el mal venéreo solamente se producía en un lugar específico, es decir, era una enfermedad endémica americana.

La América vindicada es una reproducción de la Disertación sobre el origen del mal venéreo de Francisco José Clavigero, a la que el jesuita le añade una introducción y algunas notas que amplían la información. Tanto Clavigero como Sánchez refutan al médico francés Jean Astruc, quien estableció una diferencia menstrual: separaba a las mujeres cuya sangre periódica y su útero producían a la población europea de aquellas, las americanas, que en sus fluidos y sus úteros producían la enfermedad. Con esta afirmación, le dio cierto soporte científico a la hipótesis de que la enfermedad había sido llevada a Europa por Colón y su tripulación en el segundo viaje de retorno.

En el texto, Sánchez expone que la enfermedad fue ampliamente conocida desde la época de los Césares; por lo tanto, para el tiempo en que Colón viajo a las Indias el mal ya circulaba en otras regiones. mucho antes el impulso de Sánchez Valverde para reivindicar a América era de carácter comercial. Además, añade el jesuita, que ni los historiadores ni los cronistas de la Conquista escribieron sobre la enfermedad porque no encontraron rastro de ella en América.

Por otro lado, según Mónica Eraso, la publicación de La América vindicada fue un esfuerzo por persuadir a la Corona española para que fomentara la agricultura y el desarrollo económico de Santo Domingo: «Sánchez Valverde intuía que el miedo de los europeos a contagiarse con el mal venéreo era una de las razones del abandono, situación que ponía a la élite de Santo Domingo no sólo en desventaja respecto a sus vecinos de isla, sino también frente a los criollos de otras colonias» (p. 145).

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