Los poetas de la Academia Antártica[1]

Numerosos fueron los autores, que entre la última década del S. XVI y las tres primeras del S. XVII, desplegaron su labor literaria y que conformaron la llamada Academia Antártica[2]. En realidad, esta denominación no asegura que los autores se hayan reunido formalmente en sesiones como habitualmente ocurría en este tipo de instituciones[3]; sin embargo, sí se puede afirmar que existió un grupo de poetas que se identificaron con los ideales y el estilo renacentistas, cuyo intento fue que se gestara un «proyecto de promover un humanismo intercontinental, un universalismo de nuevo signo […] que debía reivindicar a la Colonia como locus productor de cultura capaz de desafiar los fundamentos mismos del exclusivismo europeo»[4]. Probablemente, por ello, se insistiera en la calificación geográfica en el título de algunas de las obras[5].

Para la determinación del grupo que conformó esta Academia, se cuenta con tres testimonios importantes: el Canto de Calíope, 1585, de Miguel de Cervantes Saavedra[6], el Laurel de Apolo, 1630 de Lope de Vega[7], y El Discurso en loor de la poesía, 1608, de Clarinda, paratexto anónimo que aparece inserto en la Primera parte del Parnaso Antártico de obras amatorias de Diego Mexía de Fernangil[8].

Los poetas que menciona Cervantes[9] en el Canto de Calíope son Diego de Aguilar y Córdova, Juan de Ávalos y Ribera, Alonso de Estrada, Rodrigo Fernández de Pineda, Gonzalo Fernández de Sotomayor, Enrique Garcés, Diego Martínez de Ribera, Pedro de Montesdoca, Alonso Picado, Sancho de Ribera y Bravo de Lagunas y Juan de Salcedo Villandrando.

Lope de Vega menciona en el Laurel de Apolo[10] a Amarilis, Juan de Arámbulo, Fernando de Avendaño, Alonso de Bonilla, Francisco de Borja y Aragón, Rodrigo de Carvajal y Robles, Alonso de Ercilla y Zúñiga, Gabriel Gómez de Sanabria, Luis Ladrón de Guevara, Fray Lucas de Mendoza, Cristóbal de la O, Pedro de Oña, Luis Pardo, Matías de Porras, Juan y Diego Rodríguez de León Pinelo, Juan de Solórzano y Pereira y Jerónima de Velasco.

La anónima Clarinda, en su Discurso en loor de la poesía, menciona a Diego Mexía de Fernangil, Pedro de Oña, Miguel Cabello de Balboa, Juan Salcedo Villandrando, Diego de Hojeda, Juan de Gálvez, Juan de la Portilla, Gaspar de Villarroel, Diego de Ávalos y Figueroa, Luis Pérez Ángel, Antonio Falcón, Diego de Aguilar y Córdoba, Cristóbal de Arriaga, Pedro de Carvajal, Duarte Fernández, Cristóbal Pérez Rincón, Francisco de Figueroa y Pedro de Montesdoca.

Si de esta lista excluimos los nombres repetidos: Pedro de Oña, Juan de Salcedo Villandrando, Diego Aguilar y Córdoba y Pedro Montesdoca, y se incorporan las tres damas «que han dado en la poesía heroicas muestras»[11] la nómina alcanza 42 nombres. Reconocemos el hecho de que no podemos asegurar que los 42 poetas pertenecieran efectivamente a la Academia Antártica, pues en muchos casos ni siquiera se conserva alguna obra. Sin embargo, sí podemos afirmar que existió un grupo bastante grande de autores que vivieron en una misma época, en un mismo lugar, que compartieron los ideales del Humanismo y forjaron un proyecto común[12].

Adaptado de Epístola de Amarilis a Belardo, estudio edición y notas de Martina Vinatea Recoba, Madrid,Universidad de Navarra/Iberoamericana/Vervuert, 2009.


Bibliografía

[1] El trabajo más significativo respecto de la Academia Antártica sigue siendo el de Tauro, A, Esquividad y gloria de la Academia Antártica, Lima, Editorial Huascarán, 1948. Sin embargo, en los últimos años, han retomado el tema Valdés, A., «El espacio literario en la colonia», América Latina: palabra, literatura y cultura, ed. Ana Pizarro, TI, San Pablo, Unicamp,1994; García Gutiérrez, R.  «Arias Montano en el Perú: La Academia Antártica de Lima y su “Discurso en loor de la poesía”», Anatomía del Humanismo: Benito Arias Montano 1598-1998, Homenaje al profesor Melquiades Andrés Martín, pp. 319-339.; Rose, S.  «Hacia un estudio de las élites letradas en el Perú virreinal: el caso de la academia antártica», Élites intelectuales y modelos colectivos, Mundo ibérico, Mónica Quijada y Jesús Bustamante editores, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2003; -“La formación de un espacio letrado en el Perú virreinal”. Cuadernos hispanoamericanos, 655, 2005, pp. 7-13; Perilli, C., «Los enigmas de una dama y la fundación de la crítica latinoamericana: el Discurso en loor de la poesía», Etiópicas, 1, 2004-2005, pp. 130-143; Latasa Vasallo, P., «Transformaciones de una élite: el nuevo modelo de nobleza de letras en el Perú (1590-1621)», Élites urbanas en Hispanoamérica (De la conquista a la independencia), Sevilla, Universidad de Sevilla, 2005.

[2] Rose, 2005, p. 9, asegura que las academias formadas en torno de las universidades y colegios permiten un ascenso social y constituyen una puerta de acceso a los círculos de poder.

[3] Empleamos el término «Academia» en alusión a una colectividad que  no se limita a un grupo con estatutos y reuniones periódicas, sino en sentido amplio a grupos de poder social, que se reúne esporádica o habitualmente y que tiene peso propio en los gustos y valores literarios del entorno sobre el que ejercen influencia.

[4] Moraña, M., Mujer y cultura en la Colonia hispanoamericana, Pittsburgh, Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, University of Pittsburgh, 1996, p. 11.

[5] Miscelánea antártica, 1586, de Cabello de Balboa; Miscelánea Austral, 1602 de Ávalos y Figueroa; Parnaso Antártico, 1608, de Mexía de Fernangil; Armas Antárticas, 1615,  de  Miramontes y Zuázola.

[6] Medina,1926. También en versión digitalizada en la Biblioteca Virtual Cervantes.

[7] Medina,1922. También en versión digitalizada en la Biblioteca Virtual Cervantes.

[8] Mexía de Fernangil, D., Primera parte del Parnaso antártico de obras amatorias, [1608], Edición facsimilar, Roma, Bulzoni, 1990.

[9] Conviene señalar que Cervantes considera territorio «Antártico» desde México hasta el Perú, sin embargo, nosotros consignaremos como posibles miembros de la Academia Antártica sólo a aquellos que habitaron en América del Sur. Por tanto, excluimos la mención de Pedro de Alvarado, Juan de Mestanza y Ribera y Baltazar de Orena, pues vivieron en Guatemala y a Francisco de Terrazas quien vivió en México.

[10] Al igual que en el caso de Cervantes (ver nota anterior), sólo consignaremos a los poetas que habitaron en América del Sur. Por tanto, excluimos a Gabriel de Ayrolo Calar, Bernardo de Balbuena, Alonso de Bonilla, Martín Carrillo de Alderete, Alonso Franco y Ortega, Juan Ruíz de Alarcón y Gabriel Téllez.

[11] Clarinda, Discurso en loor de la poesía, [1608], Edición de Antonio Cornejo Polar, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1964 y reedición de Latinoamericana editores, 2000 (vv. 458-459).

[12] Moraña, 1996, p. 11. También podría hablarse de una primera «globalización», pues se materializó un movimiento humanista intercontinetal. Sobre este tema, ver Colombí de Monguió, Del exe antiguo a nuestro nuevo polo. Una década de lírica virreinal (Charcas 1602-1612), Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar, Michigan, Ann Arbor, 2003.