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Arte de la Lengua Yunga de los valles del Obispado de Truxillo del Perú
La noción de lengua materna, desde antiguo, se erigió sobre la metáfora alimenticia: como señala el clérigo mestizo, Fernando de la Carrera, el mamó la lengua yunga. Esta palabra es un exónimo quechua que designa a la lengua y a la población mochica. Financiado por su propia cuenta, De la Carrera publicó la obra con el título Arte de la Lengua Yunga de los valles del Obispado de Truxillo del Peru, con un Confessonario, y todas las Oraciones Christianas, traducida en la lengua, y otras cosas. Se trata de una gramática que incluye una serie de textos pedagógico-evangelizadores.
Su autor califica a la lengua mochica-yunga de difícil, pues incluso ha tenido que inventar dos letras, pues las entonces 23 del alfabeto latino no le bastaron para describir sus intrincados sonidos. Aun cuando la causa de la escritura y compendio de estas obras fue la efectividad de la prédica, hay que reconocer que el trabajo llevado a cabo por los empíricos filólogos era notable. Los guiaba un verdadero afán de comprender tanto el léxico como las estructuras profundas de la lengua. El prólogo al lector narra una serie de malentendidos suscitados tanto por la comprensión de la doctrina impartida por los sacerdotes. Según refiere el autor, el gran desafío del mochica-yunga es fonológico y por ello se sirvió tanto de su imaginación como del diptongo latino æ que empleó para ser lo más fiel posible al idioma. En ese sentido declara que
… no hay nación en el mundo que no se huelgue que le hablen en su lengua, que es la que concilia las voluntades por el trato y comunicación.