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El santo que cargó con lo esencial: San Jacinto y la cultura deportiva en la Lima contemporánea
17 August, 2025
Desde la biblioteca del convento de Santo Domingo de Lima se puede ver, a través de las ventanas laterales, uno de los claustros del convento: en este espacio Estudios Indianos, en colaboración con el Endangered Archives Programme de la British Library, digitaliza doscientos libros de la colección especial del convento. Este es un trabajo que nos acerca no solo al acervo bibliográfico de la biblioteca, sino también al patrimonio cultural del convento. Así, en el claustro aledaño a la biblioteca hay representaciones de santos y escenas bíblicas ejecutadas sobre azulejos.
En 1594, con la canonización de san Jacinto de Polonia, los dominicos en España y en los virreinatos celebraron la incorporación de uno de sus primeros misioneros al santoral de la Iglesia Católica. Si bien hay muchos registros de la devoción a este santo en el virreinato de Nueva España, en Lima no contamos con mucha información. La fundación del convento de Santo Domingo –cuya primera piedra se colocó en 1535– fue un paso a un proyecto arquitectónico de gran envergadura que incluyó la importación de azulejos sevillanos –desde inicios del siglo XVII– donde se presenta la figura de san Jacinto.
Así, en esta nota proponemos reconsiderar a san Jacinto como una figura que puede acompañar el esfuerzo físico desde una memoria espiritual y patrimonial viva. Estos días es muy común ver eventos relacionados al running en Lima como La Media Maratón de Lima, que se llevará a cabo el 24 de agosto y recientemente se realizó el evento IPD 5k – “El Papa es peruano”. Este tipo de acontecimientos permite considerar una relación entre cuerpo, espiritualidad y ciudad.
La tradición ubica el nacimiento de san Jacinto en Kamień Śląski, Polonia, hacia el año de 1185. Fue uno de los primeros misioneros de la Orden de Predicadores, evangelizó por en la zona de Europa Central y Oriental, y murió en 1594. La tradición más recordada de su vida acontece durante la invasión tártara a Kiev. En este lugar, al evacuar su convento, tomó el Santísimo Sacramento y, al oír la voz de la Virgen María, cargó con la imagen de piedra de la Madre de Dios; así, logró huir, atravesar el rio Dniéper y escapar de la ciudad asediada. Este gesto lo convirtió en un símbolo de resistencia, un ejemplo para la orden de predicadores, el patronazgo de aquellos que corren peligro de ahogamiento y de Polonia. Actualmente, este episodio ha dado lugar a un curioso fenómeno: algunas comunidades deportivas lo han adoptado como patrón no oficial de levantadores de pesas y deportistas católicos. Esta lectura informal y ligera remarca el valor contemporáneo del santo como alguien que no suelta el peso de lo esencial y considero que esta resignificación podría encontrar un eco en Lima.
En el imaginario religioso limeño, san Sebastián y san Cristóbal tienen una mayor visibilidad que san Jacinto. En el Cuzco ambos santos cuentan con cofradías y devotos, y en Lima su culto se ha difundido en barrios o iglesias con población migrante; el primero como patrono del distrito de San Sebastián, protector de enfermedades y la fertilidad agrícola y el segundo como patrono de los viajeros y transportistas. No obstante, actualmente ambos carecen de una narrativa asociada al esfuerzo físico como disciplina espiritual, aunque en otros contextos históricos y culturales ambos santos fueron vinculados con la resistencia corporal y con la protección de los atletas. San Jacinto, por otro lado, ofrece un relato clave: el uso de la fuerza no como demostración personal, sino como gesto de amor y reverencia.
La tradición dominica ya ha reflexionado sobre el cuerpo como un espacio de formación integral: Santo Tomás de Aquino sostiene que el cuerpo participa del mérito moral del creyente. En el siglo XIX, el fraile Louis Henri Didon, O. P. (1840-1900), promovió el deporte en la escuela como una vía de virtud y creó el lema: Citius, Altius, Fortius (“Más rápido, más alto, más fuerte”) que sería adoptado por Pierre de Coubertin para los Juegos Olímpicos modernos. Pier Giorgio Frassati (1901-1925), miembro de la Tercera Orden de Santo Domingo, fue alpinista, nadador, esquiador y combinó estas prácticas deportivas con su vida sacramental. En conjunto, con el ejemplo de san Jacinto, podemos utilizar estos referentes dominicos para reflexionar sobre el cuerpo como espacio de testimonio.
En la Lima contemporánea, marcada por la fe, el orgullo, el deporte y la apropiación del espacio urbano; la figura de san Jacinto de Polonia se presenta como símbolo de una espiritualidad activa, en la que el compromiso, el movimiento y la resistencia adquieren una dimensión histórica y cultural. Más allá de su valor religioso, su presencia en el patrimonio artístico y devocional limeño invita a repensar la manera en que ciertas figuras del pasado pueden inspirar nuevas formas de expresión colectiva. En un tiempo en el que el cuerpo ha vuelto al centro del debate público – por salud, identidad o deporte –, la tarea de los dominicos por recuperar a san Jacinto como referente puede ofrecer un puente entre el legado devocional y las dinámicas contemporáneas del espacio público.
Enrique N. Urteaga Araujo
Investigador de Estudios Indianos
*Imagen tomada por el autor en el convento de Santo Domingo.