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Relación de Las Fiestas que delante de Su Magestad y de la Reyna Nuestra Señora hizo y mantuvo el Príncipe del Piamonte, en Valladolid […]

En el verano de 1603, los príncipes Filippo Emanuele, Vittorio Amedeo y Emanuele Filiberto de Saboya partieron desde Turín para llegar a Valladolid, la ciudad a la que, en 1601, a instancias del duque de Lerma, el valido de Felipe III, la corte hispánica había regresado. La ciudad recuperó así, aunque de forma efímera, su condición de capital. Tras las presiones de la monarquía hispánica y las largas negociaciones, Carlo Enmanuele I, duque de Saboya, accedió a enviar a sus tres hijos mayores a la corte de su cuñado Felipe III con, probablemente, el objetivo de presentar a su primogénito y heredero ante la sociedad cortesana española, esperando que el trono pudiera recaer sobre él: los jóvenes príncipes de Saboya eran los varones más próximos en la línea sucesoria, ante la aún incierta sucesión de Felipe III que solo tenía a su hija Ana.
En ese contexto, Valladolid fue el centro de las fiestas cortesanas: los juegos caballerescos, desarrollados en las principales plazas y calles de la ciudad, así como en otros espacios más privados, fueron las actividades más destacadas. Así, el 18 de julio de 1604, tuvo lugar el faquín o juego de estafermo dispuesto por Filippo Emanuele, príncipe de Piamonte. La Relación de las fiestas narra que tal día “estuvieron sus magestades y la infanta con las damas en las ventanas de Palacio, y los consejeros delante en tablados, y los embajadores y criados de la casa cada uno donde le tocaba”. Se describe, además, la deslumbrante entrada del príncipe de Piamonte a la plaza, acompañado de diversos caballeros, los atabaleros y el faquín metido en un castillo encima de un elefante. Luego entró el resto de las cuadrillas, con sus disfraces, pajes y trompetas.

Daphne Cornejo
Estudios Indianos